Por Guadalupe Trueba

La posibilidad de tener un parto normal después de haber tenido una cesárea no sólo es posible, sino que debe intentarse y estimularse…  A veces, sin embargo, hay que enfrentarse a la decisión de hacer de nuevo una cesárea, como cuando después de más de doce horas trabajando con una mujer se confirma que el parto no progresa. He acompañado varios nacimientos en los que parece como si todo se estanca y nada avanza ni para atrás ni para adelante, y en un momento dado el médico comenta “veamos que sucede en un par de horas más”, para después confirmar que a pesar de la espera “nada ha cambiado”. Esto es algo que a todos entristece aún sabiendo que lo que se prioriza es el bienestar de la mamá y de su bebé por nacer. Si es difícil para todos –mamá, papá, médicos, doula-  me pregunto ¿cómo será esta situación para el bebe por nacer? ¿Qué sentirá después tantas horas bañado en hormonas cuando la puerta no se abre para salir? Nunca en un nacimiento debemos olvidar al pasajero del viaje.

Todos los que estamos trabajando para lograr un parto vaginal después de cesárea confiamos en que el trabajo de parto progresará y se conseguirá un exitoso nacimiento. Mediante una planeación detallada y una vigilancia cuidadosa buscamos que la labor de parto y el nacimiento fluyan de forma normal, poniendo particular atención al entorno de respeto, a la intimidad de mamá y a hacer que se sienta segura y tranquila. Un ingrediente importante en estos nacimientos es la NO medicación y la NO intervención que puedan alterar la fisiología, y por sobre todas las cosas una gran dosis de paciencia, confianza y dedicación.

No hace mucho después de una cesárea me acerqué al médico a preguntar cuál había sido la razón por la que el parto no progresaba. Con tristeza me dijo que no lo sabía y que con seguridad hubiera sido cuestión de tiempo. “Había que haberle dado más tiempo…” La decisión de no seguir adelante con el trabajo de parto fue tomada por la mujer, quien atemorizada y sintiendo que este nacimiento sería igual al anterior, ya no quiso seguir por tiempo indefinido en labor de parto y optó por una segunda cesárea.

Al día siguiente la visité en el hospital y después de encontrarme con una mamá feliz abrazada a su recién nacida y satisfecha de que no se la hubiera separado de su pecho ni un instante, fui a visitar al ginecólogo. A él lo encontré triste; se había visto en la necesidad de operar cuando los planes eran tan diferentes. Había escuchado a la mamá decir varias veces en consulta que deseaba un parto antes que otra cesárea. El médico simplemente me comentó: “Sí, ella está muy bien y se siente muy bien, pero yo no; le pusimos muchas ganas y me siento triste de que no se lograra”.

Fue hermoso escuchar los sentimientos de un médico sensible que buscaba satisfacer a su paciente y que logró hacerlo, si bien por un camino distinto al que tenía planeado. Nunca hay comentarios adecuados para los sentimientos; los sentimientos no se pueden argumentar, uno se siente como se siente y no hay más que discutir.

Durante un parto vaginal después de cesárea que se alarga, se complica o parece no avanzar, escuchar los sentimientos de la mamá suele ser tan importante como escuchar los latidos del bebé… pienso yo… Si mamá tranquilamente nos indica que no se siente segura en seguir adelante, habrá que ayudarla a expresar sus miedos, responder a sus dudas y respetar sus deseos.

Como acompañante en el parto, cuando me encuentro ante el hecho de que hay que hacer una cesárea otra vez, me queda la satisfacción de haber intentado todo lo humanamente posible para que hacer de ésta una experiencia distinta. Muchas mujeres sienten una gran felicidad por el bebé que acaban de recibir pero una enorme desilusión con la experiencia del nacimiento. No podré cambiar lo que tiene que suceder, pero sí puedo intentar modificar la manera en que ella recuerde lo que acontecerá de cualquier modo y que esta segunda experiencia sea mucho mejor que la anterior.

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