Por Mercedes Campiglia

Debe haber en esta vida pocas cosas más difíciles de elegir que un médico. Elegir carrera vaya y pase, pero elegir un profesional de la salud para ponerte en sus manos, eso sí que es algo delicado.  ¿Será el indicado? Nos preguntamos mientras le observamos intentando escudriñar en sus intenciones. Y es que no es poco lo que está en juego… y el cuadro se complica aún más cuando elegimos un obstetra en cuyas manos depositaremos no sólo nuestra salud sino la responsabilidad de cuidar a la criatura que celosamente llevamos en el vientre.   

Yo debo confesar que he sido una paciente libertina que difícilmente pasa de la primera cita y he ido de consultorio en consultorio resignándome a elaborar una y otra vez mi historia clínica porque mis estándares para elegir un médico son definitivamente elevados. Con el paso de los años he ido encontrando a mis médicos y aunque no considero que ninguno de ellos sea perfecto, se han ganado mi confianza lenta y gradualmente. Tengo un pediatra del que mi hermana salió huyendo, tengo un médico de cabecera que muchas de mis amigas consideran que está demente y un equipo nutrido de obstetras, que si bien no uso personalmente porque terminó mi paso por las salas de partos hace ya tiempo, sí recomiendo a las mujeres que acuden a mí buscando consejo.

En mi trabajo es común que las parejas se acerquen a pedir orientación para elegir un obstetra. Las doulas, tenemos una vista privilegiada de la práctica médica. Vemos a los médicos trabajar constantemente. Los encontramos en los congresos, los topamos en los pasillos de los hospitales, compartimos con ellos noches enteras sin dormir y con el paso de los años nos toca verlos eventualmente resolviendo situaciones complicadas. Sabemos si meten mucho o poco la mano si son pacientes o inquietos, si les alteran los gritos o pueden vivir con ellos… Observamos el modo en el que diferentes médicos abordan las mismas situaciones y recibimos constantemente las impresiones de sus pacientes. Todo ello nos tendría que permitir recomendar con soltura a uno u otro llegado el momento pero, como ya lo dije, hay pocas cosas más difíciles para mí que elegir un médico.

Cada vez que una mujer embarazada se acerca pidiéndome la recomendación de un obstetra empiezan a bailar en mi mente toda clase de consideraciones, desde las económicas hasta las cualidades de carácter. Estoy convencida de que no hay un médico bueno para todas las mujeres, creo que más bien se trata, como en las relaciones amorosas, de encontrar tu media naranja y eso no siempre ocurre fácilmente. Así que ante la pregunta ¿Qué médico me recomiendas? quedo en la incómoda posición de celestina y trato de pensar en las cualidades ideales para esa mujer. ¿Cuál es su historia? ¿Qué cosas son importantes para ella? ¿Qué la trae hasta mí con esa inquietud? Una mujer puede derretir de amor por alguien que no sería capaz de arrancarle a otra ni un suspiro. 

Ojalá el problema se limitara a seleccionar alguien con suficiente pericia y alto grado de profesionalismo. Ello resulta sin duda indispensable, pero el tema no se limita a ello, necesitamos que el corazón de su aprobación para poder entregar nuestro cuerpo sabiendo que no saldremos lastimadas… y ahí empieza a complicarse la cosa. La fachada científica que recubre a la profesión médica, nos podría hacer pensar que la elección del médico es un tema frío que tiene que ver exclusivamente con una serie de procedimientos que se decide practicar o evitar, pero el tema es mucho más vasto que eso.

Así que como una primera orientación para las almas que no encuentran fácilmente sosiego poniendo su cuerpo en manos de un profesional de la salud, he diseñado este sencillo test que les ayudará a saber si esa persona sentada al otro lado del escritorio es compatible con ustedes; si están hechos el uno para el otro. 

1.    Cuando llega el día de tu cita:

a.    Empiezas a sudar frío y experimentar ataques de angustia sin motivo aparente.

b.    Sientes fastidio porque tendrás que modificar tu rutina y postergar la cita con el manicurista.

c.    Te alegra saber que llegó nuevamente el momento de escuchar el tum tum de los latidos de tu bebé y confirmar tu sensación de que todo marcha bien por ahí adentro. Además ya tienes una laaaarga lista de preguntas para comentar con tu doctor y no puedes esperar más para bombardearlo con ellas.

2.    Cuando entras al consultorio de tu médico:

a.    Invariablemente te atiende en 15 minutos mientras revisa sus anotaciones y toma más notas de las que nunca te comenta.

b.    Se refiere a ti con una cordialidad que resulta prefabricada y tienes la sensación de que ha repetido esas mismas frases ya varias veces en el día cuando llega tu turno.

c.    Te pregunta acerca de cosas personales de las que han hablado en consultas previas y te consulta con interés acerca de tus temores y dudas. Te mira a los ojos cuando hablan y no se limita a tocarte cuando necesita revisar el cuello del útero.

3.    Cuando estás en consulta:

a.    Deseas que todo termine lo más pronto posible antes de que tu médico descubra nuevos posibles factores de riesgo que te provocarán insomnio hasta la consulta siguiente.

b.    Quieres acabar con el trámite para seguir adelante con el resto de tu rutina, como cuando vas al banco o al supermercado. Tu vida es demasiado agitada como para estar yendo a consulta a cada rato.

c.    Disfrutas de charlar y fantasear acerca de la llegada de tu bebpues lleva su equipo de profesionales.to y que no es  de tu bebrprevias y te consulta acerca de tus temores y dudas.os...os con é que se aproxima y sales cada vez más emocionada pensando que el día del parto será especial.

4.    Cuando le hablas de lo que te gustaría el día del parto:

a.    Te pregunta de dónde sacaste esas ideas y te dice que las mujeres de hoy ya no sirven para parir porque a causa de la evolución el cerebro de los niños es cada vez más grande. Eso sin considerar que tienes una pelvis demasiado estrecha.

b.    Te dice que no te preocupes por nada, que él se encargará de proveerte todo lo necesario en el momento pues lleva su equipo de profesionales el día del parto. 

c.    Te pregunta acerca de tus expectativas y te cuenta con detalle la forma en que suele atender los nacimientos explicándote las razones que avalan sus prácticas. Sorpresivamente descubres que parece no haber incongruencias entre lo que él te explica y lo que recomiendan la OMS o la Secretaría de Salud!!!

5.    Cuando le hablas acerca de las 6 prácticas para un nacimiento saludable promovidas por la OMS:

•    Permitir que el parto inicie por sí mismo.
•    Moverse, cambiar de posición y caminar durante el trabajo de parto.
•    Evitar intervenciones médicas de rutina.
•    Acompañarse de una doula o un ser querido el día del parto.
•    Evitar pujar acostada boca arriba. 
•    Evitar la separación de bebé y mamá después del nacimiento.

a.    Él resopla y te dice “ya me vas a pedir el bloqueo… todas lo piden”. Y de una vez te manda maduradores pulmonares por si el bebé llegara a adelantarse.

b.    Él te aclara que está de acuerdo con respetar lo que tú quieres en la medida de lo posible pero… “no le gusta esperar más allá de la semana 40, te recomienda usar la epidural para lo cual necesitas estar acostada y monitoreada, pero te aclara que de cualquier forma no tienes que preocuparte por la evolución del parto porque como te pondrá un poco de oxitocina vas a avanzar más rápido. Te dice que prefiere las episiotomías a los desgarros y que desde el principio te va a poner un suerito para tener una vena permeable por si algo se complicara. Tienes que entender que en el momento de que nazca tu bebé te tienes que acostar para que él pueda trabajar y además en las salas de expulsivo del hospital en el que él trabaja sólo tienen camas de parto convencionales. A tu bebé sí te lo puede dar 5 minutos para que le des su besito antes de que se lo lleven al cunero a regularle la temperatura”.

c.    Te dice que en tanto todo marche bien, como es previsible ya que has tenido un embarazo muy saludable, él está de acuerdo con respetar todas estas prácticas, de hecho es lo que hace en todos sus nacimientos. Te comparte información sobre estudios recientes acerca de los beneficios del parto humanizado y te alienta a prepararte para recibir a tu bebé.

 

RESULTADO

Si tienes mayoría de a, has llegado con el médico indicado si estás buscando una cesárea programada y te aterra pensar en el parto. Si en la medida de lo posible desearías estar inconsciente durante el proceso y que te entregaran un bebé limpio y rosado al día siguiente, has encontrado el médico perfecto para ti.

Si tienes mayoría de b, has hallado a tu media naranja si lo que deseas es un nacimiento convencional en una institución convencional. Si piensas que el nacimiento es el palazo que te tienes que chutar para comerte el cacahuate de la piñata y esperas que pase lo más rápida e inadvertidamente posible, has dado con el médico perfecto para ti. 

Si tienes mayoría de c, debes salir corriendo, a menos que lo que estés buscando sea un nacimiento humanizado… Has encontrado a tu media naranja si crees que el parto es un momento único y maravilloso y te gustaría participar activamente en el nacimiento de tu bebé sintiéndote la capitana del barco. 

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