Por Guadalupe Trueba

Existen dos fuerzas con las que no conviene luchar; la fuerza de la naturaleza y la fuerza del amor. Ambas van de la mano en el parto. El parto duele y nos hace crecer en amor.

El nacimiento de nuestros hijos nos enfrenta a grandes dificultades y enorme esfuerzo, pero también nos brinda la posibilidad de crecer en fortaleza, auto-estima y confianza. Todos estos son atributos que ayudan a enfrentar con mayor seguridad el rol materno que es necesario ejercer con maestría en la convivencia con el bebé. El parto nos hace crecer en "amor".  El embarazo y el parto son actos de amor. Exigen paciencia, ponerse al servicio del hijo por nacer, compartir la vida con él, compartir el tiempo, el espacio físico y la casa y aprender a respetar sus tiempos. En el embarazo y el parto la mujer excusa todo, espera y soporta sin límites. Se hace tangible y evidente el amor, porque lo vive intensamente.

Penny Simkin comenta que “Las largas horas del parto representan una crisis general. La mujer se enfrenta a las sensaciones físicas más intensas y a las emociones más profundas y estresantes que quizá experimente en su vida. Dolor, esfuerzo, fatiga, ansiedad, duda, vulnerabilidad, entorno extraño, gente desconocida, desnudez… ¡lo experimenta todo! Una fortaleza física y emocional forma parte de su naturaleza como mujer y al dar a luz, se puede experimentar un gozo inmenso.”

Pero… ¿y el dolor? ¿cómo se puede gozar si duele?... El dolor juega un importante papel en el proceso del parto normal y tiene un efecto protector. Responder al dolor de las contracciones con movimiento – caminar, mecerse, balancear la cadera, cambiar de posición – no solo ayuda a que el bebé pase por la pelvis y se coloque en la mejor posición para nacer, sino también nos protege durante el parto. Porque duele es que identificamos que el trabajo de parto ha comenzado y porque duele aún más, sentimos la necesidad de hacer contacto con quien nos acompañará y así vamos necesitando darle un sentido a los sentimientos, sensaciones y las acciones conforme avanzan las horas del parto.

Conforme el cuello del útero va cediendo, aumenta la producción de una hormona llamada Oxitocina (la hormona del amor) y las contracciones se hacen cada vez más fuertes, se vuelven más efectivas. Conforme el dolor aumenta, se producen otras sustancias llamadas Endorfinas (hormonas del placer y del sentimiento de bienestar) que ayudan a la mujer a cooperar con el dolor y las demandas del trabajo aún más intenso y que tiene por objetivo ayudar al bebé a salir. Responder activamente a las contracciones del trabajo de parto, no solo da confort, sino que ayuda a que avance.

El dolor en el parto no está asociado a un trauma, sino que es parte de un proceso normal y saludable, y se puede comparar al dolor asociado a otras actividades físicas que implican un gran reto. Aquellos que se esfuerzan por ascender el último peldaño de una montaña, conquistar la cima y llegar a la meta, reportan sentimientos de euforia y aumento en autoestima. Investigadores han encontrado que las mujeres que experimentan un parto natural, describen sentimientos similares de exaltación y autoestima. Estos sentimientos de logro, confianza y fortaleza tienen el potencial de transformar la vida de las mujeres.
En muchas culturas, el corredor que termina una larga y difícil carrera es admirado, pero no se reconoce el hecho de que la mujer en trabajo de parto, pueda sentirse igual. No queremos que nos digan “que bien te portaste” sino que respeten y admiren los sentimientos de euforia y gozo que corresponden.

“Todas las mujeres son capaces de parir pero no todas logran gozar el parto...”
Dr. Manuel Dosal de la Vega

El dolor en el parto es un dolor con un propósito… con un premio. En un curso psicoprofiláctico (de preparación para el parto y la maternidad), se descubren técnicas de relajación, estrategias para centrarse en actividades positivas, se practican posiciones para utilizar durante el parto, se reflexiona sobre la forma en que se manifiestan las señales y se utiliza mejor la fuerza para empujar al bebé y un tema imprescindible es el valor del dolor en el parto como un elemento positivo que nos revela que el parto va progresando o que algo anda mal y descubrir desde la experiencia misma si quiero o no y si deseo no vivir el parto de esta manera. 

El curso ayuda a las mujeres a encontrar la forma de enfrentar los retos del parto con confianza y descubrir su fortaleza en el acto de parir y a la pareja y papá del bebé por nacer, le permite comprender el evento y acompañarlos con amor. La fuerza del amor es un antídoto para el dolor.
Así mismo la mujer que teme a los efectos de medicamentos y anestesia, tiene derecho a elegir NO utilizarlos. Pero además derecho a ser respetada en su decisión y que médicos y enfermeras la apoyen con los medios que ella elija para trabajar con su dolor de la manera como ella lo pueda manejar. 
El dolor durante las contracciones (cuando se aprieta el útero), puede ser intenso y desesperante, si se la obliga a permanecer acostada en una cama. El cuerpo de la mujer ha sido diseñado para parir y cuando el entorno es adecuado – libertad, respeto y privacidad – elige de manera instintiva, las posturas, movimientos y expresiones con que siente alivio del dolor. 

¡El parto puede doler, pero tú eliges no sufrir…!

Hay gran diferencia entre dolor y el sufrimiento. Las mujeres que hemos parido de forma natural sabemos que sí existe una diferencia. Si bien el dolor es una condición ineludible del parto que tiene sus bases fisiológicas y sus causas físicas, cada mujer reacciona ante el dolor de manera diferente, por tal motivo no todas las mujeres responden y reaccionan al dolor de la misma forma. Esto depende de las experiencias previas con el dolor, del condicionamiento cultural, de estrategias de control con que llegue al parto y del apoyo y respeto que reciba de quienes la acompañan en esta experiencia única e irrepetible. En efecto, cada parto es único y no se repetirá jamás. 
A diferencia del dolor, el sufrimiento es algo más profundo, es el resultado de que no se nos tenga respeto, de que no se nos escuche y que no se tomen en cuenta nuestras necesidades y se cuestionen nuestros deseos.

"Se puede tener mucho dolor y no estar sufriendo, pero también
se puede estar sufriendo y prácticamente no sentir dolor…"
Kathy Mc Grath
    
Todas las mujeres tenemos derecho a dar a luz confiadas en nuestra habilidad, libres de encontrar confort en una variedad de formas, apoyadas por el ser amado, la familia y contando con la asistencia respetuosa del personal de salud que asiste el parto, porque estamos viviendo uno de los eventos más importantes en la vida… ¡el nacimiento de un hijo!

“El parto no termina cuando termina el parto… porque es una experiencia que queda grabada en la memoria. Es por eso importante que sea recordado como un día memorable... No le tengas miedo al dolor, porque tú eres más fuerte de lo que piensas y tu cuerpo sabrá cómo resolver las sensaciones propias del trabajo y esfuerzo.  Acompáñate por la persona que tú decidas y te ame… que bien seria
 tu pareja y padre de tu hijo.”
Guadalupe Trueba

Para papá que lee este artículo puede serle de utilidad saber que el amor es más fuerte que el dolor. Que su presencia y apoyo incondicional será la mejor ayuda que pueda ofrecer a su mujer y madre de su hijo… Permanece con ella en todo momento y observa y escucha señales de su cuerpo para ofrecer las caricias o el masaje que alivie y aliente a seguir adelante. Recuérdale que moverse, mecerse y balancear su cadera será de mucho alivio. Ayúdala a concentrarse en su respiración… anímala con cada contracción... No temas… sabrás exactamente lo que tienes que hacer si permaneces a su lado dispuesto a hacerlo con mucho amor y absoluto respeto a lo que ella desee y decida durante de esta experiencia. 
Te sentirás el papá más orgulloso del mundo al apoyar a tu mujer y tu hijo en la experiencia más importante de su existencia humana.